La esterilización es una operación habitual para eliminar la posibilidad de reproducirse de tu gato. Durante el proceso, estará completamente dormido y no sentirá ninguna molestia.
Si todo sale según lo previsto, podrás llevarte a tu gato a casa el mismo día de la esterilización.
Según el tiempo que haya pasado desde que acabó la operación, notarás que está más adormilado y quizás un poco desorientado. Incluso puede estar sobreexcitado o asustado. Es normal en las primeras horas tras la operación.
Ayuda a evitar camadas no deseadas y por lo tanto reduce el abandono y la gran cantidad de gatos que se encuentran en las protectoras.
Mejora el comportamiento, verás que tu gata maúlla menos y lo hace de forma menos intensa. Si tienes un gato macho, notarás que ya no se pelea con otros gatos, que ya no quiere escapar y que incluso reduce considerablemente el marcaje con uñas y orina.
Evita alteraciones y enfermedades de los órganos reproductores que dependen de las hormonas sexuales.
La mayoría de veterinarios recomiendan esterilizar antes del primer celo.
Otros opinan que es mejor esperar a que se haya alcanzado el desarrollo sexual, la pubertad, antes de proceder a la esterilización.
Eso sí, ten en cuenta que lo más común es entre los 4 y 6 meses de edad. Sin embargo, es igualmente importante que comentes con tu veterinario la situación y, según su criterio y las características de tu gato, decidáis cuál es el mejor momento para la esterilización.
Una hembra o un macho castrado pueden cambiar su comportamiento habitual en algunos aspectos, como por ejemplo tener más apetito y una menor actividad, lo que puede aumentar el riesgo de sobrepeso. Por eso es importante que elijas un alimento especialmente formulado para gatos esterilizados:
Bajo en grasa para ayudar a controlar el peso
Rico en fibra que le ayude a quedar más saciado y que contribuya a una digestión saludable